“Si un hombre está
vivo, siempre hay peligro de que muera, aunque hay que admitir que el peligro
es menor en la medida en que el hombre se va convirtiendo en un muerto en vida”
(Henry David Thoreau)
"Quien elige el camino
del corazón no se equivoca nunca"
(Proverbio Sufi)
“Cuando te emocionas
a menudo, te das cuenta de que la vida es emocionante”
(Esta es mía)
Explorar hacia y hasta donde
quiere ir tu cuerpo, no es fácil en esta sociedad del “bien estar”, huérfana de
valores.
Hubo un tiempo en que iniciarse
en la montaña, igual que muchas otras cosas, era muy natural. Sin más timón que la pasión compartida, sin
leyes, normas o monedas, mas allá que el sentido común y la amistad, salir al
monte y aprender a escalar era como aprender a hablar. Bernardo, Alberto, Luque
y sobretodo Miguel, me llevaron de la
mano justo cuando yo más lo necesité.
La adolescencia es una etapa
difícil y un momento clave para el desarrollo de la identidad del individuo.
Mientras lo normal era experimentar con modas y drogas, esta gente canalizó
mi potencial para que yo pudiera experimentar
con paredes, bosques, cascadas de hielo y noches llenas de estrellas.
De Miguel Rodríguez puedo decir
que fomentó, alentó y motivó lo que yo llevaba dentro. Muy importante en esta
sociedad que no ayuda al desarrollo personal del individuo, donde hay unos
tiempos y unas reglas que no respetan la llama interior de cada uno. Yo tengo
claro que tod@s llevamos un genio dentro, el de él era muy grande. Si no consigues
darle salida, si no te das cuenta de lo que llevas dentro, te espera la
frustración, la falta de identidad y una vida, en mayor o menor medida,
incompleta.
“La inmensidad de las
montañas pueden hacer muy grande el corazón del niñ@”
Qué suerte tuve. Miguel me pilló
justo ahí. Me convirtió en un devorador de paredes. Con 17 años Diego y yo
subimos la Ravadá-Navarro del Urriellu y con 18 y 19 conseguí seis solitarias en la misma pared y algunos solos integrales. Él estaba, sin ninguna duda, detrás de toda
esta actividad frenética y precoz.
Es increíble la fuerza que te
pueden aportar todas estas experiencias a la hora de enfrentarte a esta locura de vida, llena de presiones y prejuicios, y el
autocontrol que tienes que tener para dominar el ego y seguir siendo
una persona más. Afortunadamente la naturaleza siempre estaba ahí para ubicarme
en el universo. Era nuestro terreno de juego y era fácil darse cuenta que
apenas somos un leve suspiro ante tanta inmensidad.
Miguel
tenía un estilo muy especial a la hora de transmitir, muy Montessori.
“Cualquier ayuda
innecesaria es un retraso para el aprendizaje”
(María Montessori)
Enseguida se quitaba la cuerda y
desaparecía corriendo. Había que “buscarse la vida”. Salir pitando detrás de
él. Las crestas y destrepes eran su medio natural. Siempre pensé que se mataría
despeñado. Supongo que no era fácil manejar el caballaje que levaba dentro. Se
salía.
Necesitaba dar respuesta a su
gran potencial, por eso tenía un concepto de aventura muy amplio. Le gustaba
abrir más que repetir, pero más que alpinista era aventurero. A mí me gravó, a fuego, eso en el alma. Ambos hemos pasado épocas sin escalar.
“¿Qué hay de aventura
en hacer siempre lo mismo, aunque sea escalar?”
La aventura puede
estar en cualquier sitio.
Él siempre estaba innovando con
nuevos proyectos, con el material y las técnicas.
Pintaba. Normalmente paisajes. Creo que para atraer
esos lugares hacia sí cuando estaba lejos de ellos. Abría vías en sus cuadros.
Ahora tod@s somos capaces de escalar sobre sus dibujos.
Era un gran conocedor de la
Cordillera Cantábrica, su “laboratorio”. Dominaba toponimia, historia, cultura,
paredes, corredores, simas o caminos. Sus herramientas de trabajo eran el
casco, la bici, la cuerda, el parapente, los esquís, la bota y el pincel.
Muchas de las actividades que
hicimos juntos, fueron primeras absolutas que no saldrán en ningún libro, pero
sí en el de mi vida. La primera vez que subí la Oeste del Picu , la primera vez
que subí a La Peña Santa, Ordesa, Riglos…
Con el descubrí el verdadero
significado de la palabra “Cordada”
Le gustaba el extremo caliente de
la cuerda y “la vida al límite”.
El descontento social y la crítica
antisistema eran una escusa perfecta para destrepar el Espolón de los Franceses
o la Sur de Peña Santa.
Vivió muchos momentos especiales.
Fue testigo de la evolución del alpinismo aquí. Formó parte de aquella
generación gloriosa que recogió el testigo de los clásicos, justo en el preciso
momento cuando la revolución de las técnicas, el material y la ética rompieron
la barrera de lo imposible. ¡Tuvieron en sus manos la sur de Peña Santa o la
Oeste del Naranjo casi sin vías!. ¡Y lo aprovecharon!, ¡vaya si lo aprovecharon!.
Cuando fuimos cordada, él tenía
la edad que yo tengo ahora. Esa edad en la que te das cuenta de que la vida va
en serio y que pasa rápido. Esa edad en la que no puedes perder el tiempo haciendo
lo que no te gusta.
A parte de varias vías
inacabadas, tengo una deuda pendiente con él. Uno de mis objetivos en la vida
es hacer lo mismo con otr@s que él hizo conmigo, con Diego, con Edu…, Con Dani.
Por Dios, Dani, una personita buena
y tranquila que se fue demasiado pronto, para siempre, con Miguel, en aquella
ratonera en la que se metieron, buscando, como siempre, vivir al límite. Allí
donde estén estarán buscando lo que hay detrás de aquel collado, en aquel
agujero o cómo huelen las nubesssssssss …
Desde que nos han dejado, me
gusta recordarlos vivaqueando en la isla del Lago del Valle, en Somiedo.
Aquel finde su aventura consistió
en eso. Unos neoprenos, unos bidones estancos, cruzar nadando el lago hasta la
isla que se encuentra en su interior y dormir allí bajo las estrellas aislados
de todo, formando parte del cuadro.
Porque, señoras y señores, de notr@s
mismos depende ver el cuadro desde fuera o formar parte de él.
Implícate.
Métele pasión.
Busca a tu alrededor.
Seguro que hay algún
genio dormido esperándote.
Que grandísima suerte haberte conocido compañero.
Hasta siempre Miguel
Hasta siempre Maestro.
Gracias a Miguel por haberte ayudado a encontrar a la persona que hoy eres Iñaki. Sin duda sigues sus pasos inspirando pasión en aquellos que te acompañan.
ResponderEliminarUn abrazo. Camino.
Que escrito tan bonito y emotivo. Resume en pocas palabras un sentimiento hacia la naturaleza y la montaña que pocos son capaces de sentir y mucho menos de transmitir...Gracias.
ResponderEliminarTronco, ya te he leído por lo menos cinco veces en estos meses que van pasando desde que se fue. Y cada vez que la leo, más me gusta. Gracias
ResponderEliminarHola guaje,
ResponderEliminarque bien aprendido estás y cuanta pasión corre por tus venas.
Me has emocionado.
Abrazo fuerte
b